Existen muchos
barrotes…
un solo color,
en esta celda
no hay cielo,
ni estrellas,
ni noches eternas;
no existe un panorama,
solo la agonía… que
taladra el cerebro,
que duerme,
que ciega,
que aglomera.
Deseo volar…
sentir la brisa
cuando el sol salga,
dejarme seducir por luna
la protagonista de la
noche.
Esta cárcel detiene
cualquier plan de amor,
ata, jala, lastima
sin romper cadenas…
apretándolas,
sin ilusión.
Solo con la sentencia
negra de jamás salir,
ahogando las
intenciones de florecer.
El cuerpo desea
sentir unas manos,
el verdugo dice
destruiré la piel,
reinando el dolor en
ella.
El cuerpo desea amar,
en esta cárcel el
rostro se mancha,
aprisiona el ser
mágico,
espanta mariposas,
destierra…
exilia…
de cualquier conexión...
Poco a poco,
despoja de todo,
hasta no reconocer lo que
habita en ti.
Poco a poco el cuerpo
muere
desgastado en esa
cárcel…
poco a poco
comprendes
que fue tu cuerpo la
cárcel,
esperando siempre la
muerte lenta,
sin nada al final,
despojada de ropas,
de orgullo,
sin pedir una
oportunidad.
El cuerpo es mi cárcel,
habita en un estado
éter,
nada me identifica.
Luisa Fernanda
Vanegas S.
12 de marzo de 2012
Código: 1203211339870
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