Una mañana ella preparo todo para salir
de viaje,
Quemo las cartas de amor,
Regalo las muñecas,
Preparo un café y comenzó a ver la lista
de sus amantes.
Trato de unir los pedazos de un pasado
gris,
Sin mucho acierto,
Sin alma.
Después de leer algunos capítulos del
Barón Rampante,
Comenzó a contar las pastillas una por
una,
Aquellas que representaban un viaje
seguro.
Fueron 144 en total,
Para salir sin gloria de aquí.
Muchas veces en la puerta se le escucho
decir
Que algún día nos daría un regalo
liberador,
Un regalo para nuestros ojos....
Las cogió y las mezclo con ron,
Las bebió rápido para que no la asaltara
el arrepentimiento…
Y se dispuso a morir.
Después de una hora el efecto no llego;
Así que agarro un cuchillo y se desgarro
las muñecas.
Lo hizo con rabia,
Había planeado ese momento por meses
Y no era justo que ahora no resultara.
Necesito irme!
Gritaba…
Nadie escucho ese llanto,
Nadie escucho ese ruego.
Tanto fue su desespero que ni la sangre
acudió a la cita…
La muerte no llego,
Solo se sentó en su cama
Y se rio.
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