CARTAPACIO: TIC… TAC

lunes, 26 de septiembre de 2011

TIC… TAC

Tic… tac

Está llegando el fin,

Lento…

Con pies de plomo,

Trae una capucha negra,

Un letrero que indica

A que ha venido.

Tic… tac

De qué sirve razonar ahora,

Nada impide el fin.

De qué sirve una promesa impresa,

Cuando existe otra adelante

A la cual no se puede faltar.

Tic… tac

¡Ese reloj maldito que no para!

Se empeña en continuar

Jugando al inquisidor.

Suspiro profundo antes de comenzar la función.

Tic… tac

Me sale una lágrima;

Escucho las palabras de mi abuela,

Aquellas que decía en luna nueva:

“Si miras te agarra rápido y te comerá”

Tic… tac

No dejes que me hunda,

Este pantano es muy profundo

No podrás hallarme de día.

Tic… tac

Los pies se deshacen como hielo,

En cualquier momento sucederá.

Un filósofo decía que era mejor morir

Con cicuta;

Para no ver como el cuerpo se va

Desintegrando a medida que el reloj avanza.

Tic… tac

Ha llegado…

Ya estamos frente a frente.

Y tú no llegaste para salvarme

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¿Quién soy?

¡Qué buena pregunta! Las personas tenemos la enorme cualidad de ser tanto para algunos y tan poco para otros. Igualmente, si están acá, sé que estarán abiertos a la idea de conocer gente y saber un poco más de aquellos que no significan mucho para ustedes…

Mi nombre es Luisa Fernanda Vanegas. Desde la cuna vi que mi entorno era normal, como en casi todas las familias colombianas de clase media (media de aquél entonces, clase trabajadora en realidad). Asado los domingos, charlas a los gritos en reuniones familiares, vecinos de mi misma edad con quienes atinábamos a improvisar algún juego no muy claro, cumpleaños donde sólo comían y tomaban las tías y los abuelos, etc. Inicié así los estudios primarios en un colegio llamado “Normal para Señoritas”, una escuela de monjas que basaban gran parte de la enseñanza en doctrinas cristiano-católicas. En aquella linda institución supe pronunciar el “Padre nuestro” y descubrí cuanto valor tiene para los creyentes.

Al cabo de unos años de vida tranquila (por momentos) mis padres deciden separarse. Aquello, sin dudas, marcó un quiebre en mi vida. El hecho, a nivel consiente, me afectó muy poco; sin embargo debí aprender a vivir con ambos, de casa en casa, dejando conforme a todo el mundo, compartiendo aquí y allá, en ocasiones cenando dos veces y contando la misma historia con play & replan. Valoro, de esos años que siguieron, la posibilidad que tuve de salir al mundo, de conocer la calle y sus hábitos. Uno aprende de todo y esa también fue una etapa de aprendizaje, al menos para saber lo que no tenía que hacer.

Por fin estaba dispuesta de una vez por todas, a terminar mis estudios secundarios, los realice allí en la “Escuela Normal Superior María Auxiliadora” donde tuve los años más felices de mi vida, donde aprendí que la amistad cruza las barreras del tiempo.

Actualmente, en 2012, curso estudios universitarios de contaduría pública, carrera que considero buena y de gran ayuda para los demás (para que no se dejen robar su plática)

La escritura, la composición literaria y la lectura siguen siendo una realidad inquebrantable en mi vida. Suelo decir que escribo porque lo necesito, sólo porque esas cosas que no puedo volcar al papel perforan mis sesos y me causan un daño inmenso. A pesar de la exageración, es verdad que la falta de expresión me causa un vacío grande que prefiero no experimentar y en la literatura encuentro la calma y el equilibrio que mi vida nunca consigue.